El aumento del 25% en aranceles a México desata una crisis en el sector alimentario y advertencias de expertos

Washington, D.C. — El 1 de febrero de 2025, Estados Unidos impuso un arancel del 25% a todas las importaciones provenientes de México, una medida que ahora reverbera con graves consecuencias en el sector alimentario de ambas naciones. México, el principal socio comercial de Estados Unidos, envía más del 80% de sus exportaciones al norte, incluyendo productos básicos como aguacates, tomates, fresas, pimientos y frutas tropicales, fundamentales tanto para la dieta de las familias hispanas como para un número creciente de hogares anglosajones.

A fecha de 10 de marzo de 2025, este arancel amenaza con disparar los precios, interrumpir las cadenas de suministro y golpear duramente a los consumidores, mientras los beneficios para Estados Unidos siguen siendo inciertos. El impacto negativo en la industria alimentaria mexicana es evidente. Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), advirtió en un análisis publicado el 3 de marzo en El País México que el arancel podría reducir las exportaciones de México en un 12%, lo que recortaría su PIB en un 4% este año. Empleos en la agroindustria están en riesgo, y los productos perecederos podrían pudrirse en la frontera debido a retrasos en aduanas, elevando costos y reduciendo las ganancias de los agricultores. Para los hogares hispanos en Estados Unidos, donde estos alimentos son parte esencial de su cultura, y también para las familias anglosajonas que dependen de ellos, el alza de precios podría presionar sus presupuestos. El Instituto Peterson estima que el impacto para los consumidores estadounidenses ascenderá a 5,000 millones de dólares, con un rápido encarecimiento de bienes básicos.

Entonces, ¿cuál es el beneficio para Estados Unidos? El presidente Donald Trump, en un discurso desde la Casa Blanca el 3 de marzo, presentó el arancel como una herramienta contra el narcotráfico y la inmigración: “A partir de mañana, 4 de marzo, México y Canadá enfrentarán un arancel del 25% sobre todas sus exportaciones a Estados Unidos. Esto es por el fentanilo, los cruces ilegales; es hora de que actúen”. Howard Lutnick, nominado por Trump como secretario de Comercio, reforzó esta postura en CNBC el 2 de marzo: “Es una protección para los estadounidenses y un incentivo para la cooperación. Si México actúa rápido, podríamos flexibilizarlo”. La intención es favorecer a los agricultores estadounidenses al limitar la competencia extranjera, pero expertos como Kimberly Clausing, del Instituto Peterson, sostienen que Estados Unidos no puede reemplazar rápidamente la producción mexicana, especialmente en cultivos tropicales. Su informe del 1 de marzo calcula un costo anual de 10,000 millones de dólares para los consumidores, calificándolo de “económicamente miope”.

Los inconvenientes para Estados Unidos se acumulan: facturas de supermercado más altas, disrupciones en la cadena de suministro y pérdidas de empleos en industrias que dependen de insumos mexicanos. El economista mexicano Luis de la Calle, exnegociador del TLCAN, escribió el 3 de marzo en Reforma: “Es un juego peligroso: México pierde empleos, pero Estados Unidos enfrenta inflación y escasez. Es un castigo mutuo”. Gerardo Esquivel, de la UNAM, declaró a BBC News Mundo el 2 de marzo: “Trump usa los aranceles como chantaje comercial, pero no durará. Estados Unidos necesita demasiado a México”.

La Casa Blanca insistió en un comunicado del 3 de marzo: “El presidente Trump actúa con decisión ante la crisis del fentanilo y la inmigración ilegal. El arancel del 25% se mantendrá hasta que veamos resultados en la seguridad fronteriza”. Sin embargo, Clausing rebate: “La sustitución no es inmediata; los consumidores lo resentirán primero”. Moy añade: “Ambos lados pagan un precio alto”. Mientras la tensión crece, los expertos cuestionan la sostenibilidad del arancel. Esquivel lo ve como una táctica a corto plazo para presionar a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, mientras De la Calle lo describe como una “guerra en la que todos pierden”. Por ahora, desde el aguacate para el desayuno hasta la salsa, el costo de la cena sigue subiendo, a ambos lados de la frontera.

 

Nota legal y fuentes: Este artículo ha sido elaborado con base en información disponible hasta el 10 de marzo de 2025, incluyendo declaraciones y análisis citados de fuentes como El País México, Reforma, BBC News Mundo, CNBC, el Instituto Peterson para la Economía Internacional y comunicados oficiales de la Casa Blanca. Las opiniones y estimaciones atribuidas a expertos, como Valeria Moy, Kimberly Clausing, Luis de la Calle y Gerardo Esquivel, reflejan sus declaraciones públicas o publicaciones referidas. Los datos económicos y proyecciones han sido obtenidos de los informes mencionados y se presentan con fines informativos. El contenido de este artículo está protegido por derechos de autor y no puede ser reproducido, distribuido ni modificado sin autorización expresa del editor, salvo para uso personal o cita con atribución adecuada conforme a la legislación vigente. La exactitud de la información se ha verificado con esmero; sin embargo, el autor y el editor no se responsabilizan por errores u omisiones involuntarias ni por las decisiones tomadas con base en este texto.

 

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